Codina Casellas, Fr. Jaime (mercedario) Mártir
Codina Casellas, Fr. Jaime (mercedario)
Mártir
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El lego escritor de cartas
Trece son las que conservamos, las tengo aquí delante. Son reliquias, reliquias de un mártir, venerandas. ¡Y tan hermosas! Su familia las guardó y las legó a la Orden como gran tesoro. Lo son. Escribe mal, en castellano o en catalán; su letra es casi indescifrable, comete todas las faltas ortográficas posibles… Pero son admirables, por ingenuas, por piadosas, por sinceras. Se manifiesta pobre e ignorante, se propone ir a la escuela para aprender a escribir mejor, repite que es de corto entendimiento, se declara un pobrecico. Así se veía él, así era, como nos dicen los que le conocieron. Humilde, fervoroso, mortificado, pobre, se daba con toda el alma, absolutamente por Dios y por el prójimo, diría el padre Bienvenido Lahoz
Nació, de José y Magdalena, el 3 de mayo de 1901 en Aguilar de Segarra, siendo bautizado el 5 de ese mayo, confirmado el 10 de octubre del mismo año.
Piadoso de por sí, bien orientado en el seno de la familia, desde niño deseó ser mercedario. La correspondencia manifiesta la gran influencia que tuvo sobre él su tío sacerdote Valentín Codina. Veo lo mucho que desea mi bien espiritual, le escribía el 19 de septiembre de 1932.
Simuló ir a trabajar cerca de Barcelona para entrar en contacto con los Mercedarios. A los dieciséis años, con el consentimiento familiar, ingresó en el convento de Lérida, a donde fue llevado por su padre. Cayó enfermo, y –lo confesaba a su primo Estanislao Codina- su meditación eran sufrimientos de Cristo y su anhelo padecer para ganarse el cielo. Enviado a San Ramón el 20 de junio de 1921 para mejorarse, retornó a la Ciudad del Segre el 29 de agosto de 1921. Mas regresaría a San Ramón a fin de vestir el hábito mercedario el 30 de noviembre de 1921, a las 20’15 horas, de manos del padre Ramón Martín y ante el padre Pablo Planes.
Llamado a filas, estuvo cumpliendo el servicio militar desde el 15 de enero de 1922. Gran riesgo aquel, mas fray Codina tenía las cosas claras; la mili aún consolidó más su vocación, estando de vuelta al convento a primeros de enero de 1926. Su tío Valentín escribió al respecto: cuando estuvo mi sobrino en el servicio militar, no se relajó en nada. Se veía inclinado a la piedad. No me sorprendió que se hiciera religioso porque no le había visto nunca desmandado; creo que tenía una buena vocación. Y Estanislao cuenta cómo, cumpliendo la mili en Barcelona, saliendo ambos a pasear no sabía hablar de otra cosa que de las vidas de los santos y sus ansias de volver al convento.
De que no entró en crisis su vocación es fehaciente cómo inmediatamente que fue licenciado, a primeros de enero de 1926, regresó al convento; el 21 del mismo enero llegaba desde Barcelona a El Olivar para hacer el noviciado, que interrumpiera el servicio militar; hizo retiro; fue escrutado el 22 y el 23 por los padres Francisco Gargallo, Mariano Pina, Manuel Sancho, Pablo Planes y Jaime Monzón; y el 30, a las 20’15, le vistió de nuevo el padre Francisco Gargallo ante el padre Manuel Sancho. En diciembre de este año 1926 felicitaba a mosén Valentín, deseando que viviendo y muriendo santamente tengamos la dicha de gozar un dichoso cielo así sea; proveyendo a la salud del familiar Luís; rogando que si por aquí encuentra que tenga vocación por el estado religioso le agradeceré que tenga la bondad de avisar, ahora también en San Ramón han abierto postulantado; comunicándole cómo sin darse cuenta pronto va a hacer un año que llegué a este convento, y si no hay ninguna novedad y mis superiores no encuentran inconvenientes y Dios acepta mis deseos celebraré con libre y plena libertad mis primeros votos religiosos simples el 31 de enero.
Así fue pues el 31 de enero de 1927 en El Olivar, ante los padres Tomás Tajadura, Mariano Pina y Jaime Monzón. Le habían escrutado los precedentes días 21 y 22. El 7 de agosto de ese año escribía a su bondadoso y amado tío Valentín: Recibí su muy atenta grata carta por lo cual agradezco vuestro gran amor para con mí y me confundo al observar la poca atención y amor para con vos pienso atentamente como podré corresponder por lo mucho que habéis hecho por mi por toda la familia y los sobrinos, siendo muy poca cosa para corresponder y agradecer rezará por él al Corazón de Jesús. Le envía una fotografía de la Virgen y exclama: en verdad digo dichosa y bendita la hora en que llegué a este paraíso celestial en la tierra.
El 23 de diciembre de ese 1927 felicitaba a su tío mosén Valentín y, una vez más le mostraba con exquisita humildad su agradecimiento: cada día veo que mis deudas hacia usted son más grandes cuando recuerdo cuando era pequeño qué poco apreciaba sus buenos consejos, que Dios me perdone la falta de respeto.
En 1928 pasó algunos días en casa por haberse enfermado gravemente su madre, pues no se apartó un momento de ella, compartiendo rezos y pláticas espirituales. Eran tiempos de riesgo, y Estanislao le advirtió que lo podrían matar; del cuerpo –respondió- hagan lo que quieran, mas el alma es sólo de Dios.
En enero de 1929 escribía a su padre desde esta soledad santa y casa de Dios de Mercedes: por vuestra carta de octubre veo vuestra salud y vuestra prosperidad de los bienes materiales… amado padre ya tenéis unos cuantos años y fácilmente el corazón se aficiona en las cosas materiales y el hombre se olvida fácilmente de lo más importante que es reflexionar atender y seguir el camino que conduce la verdad… Así espero amado padre mío que en camino de verdadera y santa penitencia que espiraremos en los dulces brazos de Jesús María y José y después tengamos la dicha de abrazarnos en el cielo… Ya que tengo estado y han llegado los reyes espero que algo me ban a traer aun que es verdad que nada jamás me tiene que faltar porque en la propia casa de Dios estoy Dios provera de todo antes que yo lo pida y me de cuenta que me haga falta... si en vida le queréis dar lo que le dejareis por testamento y me lo queréis ahora lo que sea vuestra voluntad… mucho os lo agradeceré y la orden también y la Virgen nuestra Madre, si acaso os determinéis de mandármelo lo mandareis en esta casa de Dios de Olivar casa de mis encantos y delicias mis hermanos podrán poseer riquezas pero aunque poseyeran todo el mundo entero yo no canviaría por mi única felicidad de servir a Dios en mi amada orden. Adjuntaba una carta para sus hermanos: Espero con la ayuda del cielo expresaros mis únicas resoluciones con toda claridad… para que no murmuréis ni censuréis mis decisiones porque Dios nos pedirá cuenta de todas las cosas… sigue hablando de cómo el hombre se entrega a sus apetitos, no se sacia… hermanos míos instruíos bien sobre este punto de la penitencia ya que es una necesidad indispensable para entrar en el reino de Dios. Os pido, hermanos muy amados, que me dejéis en santa paz y tranquilidad. No escribirá más –dice- hasta que haya aprendido a escribir y para ello va a ir a la escuela.
El 19 de marzo de 1930 en el convento de San Ramón profesaba solemnemente, adoptando el nombre fray Pedro Armengol. Se conservan cuatro cartas suyas a su tío sacerdote Valentín Codina expedidas en San Ramón.
El 11 de abril de 1930 se excusaba porque no le había avisado de su profesión solemne, perdone que no es mi intención ofender o hacer sufrir a nadie, de buena gana me iría a rincón de una montaña solamente por no hacer sufrir a otros, qué importa que yo sufra mientras haga que no sufra nadie… parece que no sepa portarme de otra manera que ingratamente. Enfadó a sus superiores porque ni a su padre se lo quería anunciar, pues doy poca importancia a la profesión, qué me aprovechará a la hora de la muerte la profesión si mi vida ha sido diferente de lo que he prometido solemnemente, cuántos hombres hay que van por los cuatro mundos de Dios como abandonados y perdidos y ellos también un día profesaron… profesado en cumplimiento de la voluntad de Dios, ahora hace falta que cumpla lo que he prometido.
El 24 de diciembre de 1931 deseaba al tío feliz la Navidad y manifestaba los mismos complejos de inferioridad: Usted se conformó con que no le escribiera, pero lo he preguntado y me ha dicho que estaba mal hecho… Veo que con mucha razón Usted también le habrá parecido mal al pasar tanto tiempo sin que yo le escribiera, bien veo que son tantas las cosas que he hecho mal por no pedir consejo porque me ha parecido a mi y nada más. Espero que dará por olvidado mi mal comportamiento con Usted.
El 19 de septiembre de 1932 animaba a su tío a ir al Santuario de ejercicios, con las esperanzas de poderle obsequiar, añadiendo, desde su acostumbrada humildad, creo muy bien que me dispensará de no haberle obsequiado de la manera que habría deseado el año pasado.
Un 11 de febrero (de 1933) le contaba cómo acababa de llegar para ver su muy estimado padre enfermo; había tenido otro ataque muy fuerte, pero se había recuperado, así que el día 23 se regresará a San Ramón.
De por ahora es una misiva a su muy querida tía María Casellas, de la que también tenía recibidos muchos favores y justo es que se los agradezca, pues la tiene dentro de su corazón, aunque no le escriba, como tampoco le escribe a su padrina la tía Acheta y a su cuñada Francisca Giral, porque no sabe, cuando escribe es por dar satisfacción a mosén Valentín. A todos deseo todo el bien material y espiritual y después que nos podamos ver todos en el cielo… Estaré contentísimo –agrega- si cuando están ante el sagrario se acuerdan de mí.
El 15 de noviembre de 1932 llegó a Palma. Desde allí escribía el 23 de abril de 1933 a su amado tío mosén Valentín, excusándose de no haberle contestado antes por estar muy ocupado y cómo me cuesta tanto escribir. Palma es un país muy bonito los extranjeros les gusta mucho. Usted venga podrá mejor formarse una idea yo no le puedo explicar nada porque salgo muy poco me causan tan poca ilusión las cosas que a donde estoy mejor es en casa. A ver cómo terminaran las cosas de la política parece como si lo peor todavía no hubiere venido. Por este país también se esta con mucho peligro según se ve la parte moral a decaído por todas partes y por eso no encuentro nada extraño que los desordenes aumenten.
Vino, en efecto, a Mallorca para verle el tío Valentín, parece que en 1933, constatando cómo saqué la impresión de que era muy obediente y que sus superiores estaban contentos con él. Creo que vivía feliz su estado religioso. El sobrino le escribió el 27 de diciembre de 1933 deseándole buenas navidades; anunciándole la muerte del padre Eleuterio Menchaca; comentando que escribía a su padre, a su hermana, a su tía monja, a la madrina; lamentando que los tiempos no son favorables para que las cosas se arreglen para una entera paz y tranquilidad, que Dios tenga misericordia y sea propicio a estos tiempos en que las pasiones y los vicios se han mostrado tan descaradamente.
Se halla cuando la visita provincial del 10 al 12 de julio de 1933, y cuando el informe provincial de 1934. Este año el 2 de noviembre con los padres Mariano Pina, Lorenzo –los tres mártires- visitaron la tumba del padre Eleuterio Menchaca y el 21 de ese mismo noviembre con el padre Pina hicieron día de asueto en Génova, escalando el monte. El 22 de diciembre de 1934 respondía a la felicitación de su tío Valentín, se hacía eco del momento político y comentaba: Por estas islas algunos van a tener unas fiestas muy tristes han suspendido dos bancos los pagos y con el temor de que alguno más hará lo mismo, cierre de alguna fabrica y comercio. Seguía en Palma cuando la visita provincial del 19 al 23 de enero de 1935. El 26 de febrero Codina cogió un gripazo. El 4 de mayo de 1935 salió para San Ramón.
El 12 de septiembre de 1935 el padre provincial disponía que fray José Gascón fuera para San Ramón y de allí pasara a El Olivar fray Jaime Codina, que viajó el inmediato día 16. El 19 de septiembre el padre Gargallo decía al provincial que había llegado fray Jaime Codina y tomado el mando de la cocina, lo que será una buena ayuda para la economía de la casa y además me parece que las comidas serán más aceptables.
Ahora fray Codina aún había progresado más en bondad; en servicialidad para propios y extraños; en laboriosidad, pues no sólo llevaba la cocina para una comunidad de más de setenta personas, sino que aún tenía tiempo para hacer arreglos en la casa y de echar una mano en el campo; en humildad, ya que a veces hasta se ponía ridículo, para que lo menospreciaran; en austeridad, tanto que, aunque cocinero, nunca comía nada fuera de las horas; en austeridad, tanta que no le importaba comer los restos de la comida; en devoción a su Madre de la Merced y al Sacramento, cuyo cultivo ardorosamente propagaba. Y sobre todo eso, jamás se molestaba o se quejaba.